miércoles, 30 de septiembre de 2015

EL MISTERIO DE LA CHAQUETA DESAPARECIDA



Era verde aceituna oscuro, con botones cruzados, de entretiempo y con bolsillos. Siempre solía llevar un clínex en el bolsillo y a veces, al llegar la temporada de otoño y ponerme de nuevo mi Chaqueta, allí me encontraba todavía el clínex (eso sí, limpito y sin usar, porque era un clínex de “reserva”).

La compré en una de esas tiendas o franquicias o cadenas, que tienen ropa “moderna”, que sirve lo mismo para adolescentes, que para jóvenes o para gente como yo. Y con “gente como yo” me refiero a la mayoría de nosotros, que no acabamos de encajar con ese cliché de mujer-adulta-seria-elegante, sino más bien en una mezcla improvisada de “adultlescente” y “mamaconcomplejodecampanilla”.

Yo me sentía muy a gusto con mi Chaqueta, juvenil, desenfadada y a la vez calentita y confortable. Pero nunca llegué a reparar en todo lo que me aportaba y en el valor real que tenía para mí...

Ya ha llegado el otoño, mañanas fresquitas y mediodías cálidos, el tiempo justo para echar mano de mi Chaqueta. La busco en mi armario, no está en su percha habitual… Sigo con mi rutina mañanera y al rato vuelvo a mirar en el armario…. no está.

Mientras desayuno mi ColaCao (lo dicho… “adultlescente” sin remedio), hago memoria… ¿la he llevado al tinte? No. ¿La he prestado? No. Seguro que está en otro armario… ¿En el de las niñas? No. ¿En el de Dani? No.

Es tarde, cojo otra chaqueta. Por el camino, no dejo de darle vueltas al misterio de la Chaqueta desaparecida, me hacía sentirme tan joven, tan cómoda, tan segura… Estoy intrigada y no me gusta la sensación de no saber en qué momento, dónde y cuándo la perdí. Es como tener un lapsus de memoria o de algo más y eso me da mal rollo.

La echo de menos, quizá no a la Chaqueta, sino a lo que me hacía sentir. O quizá nunca llegué a tener aquella Chaqueta…


(Si te gusta este blog añádelo a tu RSS o bien síguenos en www.facebook.com/PulsarPublicidad para avisarte de las nuevas entradas. GRACIAS!)